La historia de los perros de guerra en Malvinas
En ocasión de la recuperación de las Islas Malvinas el 2 de abril de 1982, la Agrupación Perros de Guerra se encontraba realizando su rutina en el Batallón Seguridad de la Base Naval Puerto Belgrano. Esta rutina se simplificaba en cumplir guardias en zona común y reservada de la Base Naval, preparación para desfiles y exhibiciones, adiestramiento de guías con sus perros, atención de los canes y mantenimiento del sector asignado.
El 5 de abril, el Comandante del Batallón Seguridad recibió la orden de alistar una Sección de Perros de Guerra en un plazo de 48 horas. Ese día estaba arribando a Puerto Belgrano parte de buques de la Flota de Mar que había participado en la recuperación de las Islas. El Comandante citó al entonces Jefe de Agrupación al muelle que está frente al Comando de Flota y retransmitió la orden para iniciar el alistamiento. La misión general sería brindar seguridad en Puerto Argentino; evidentemente requería realizar un reconocimiento en detalle e impartir las órdenes en consecuencia. Con grata sorpresa e invadido de inquietudes, dudas, euforia, responsabilidad, el Jefe de Agrupación camino al Batallón, decidió quienes serían los dos primeros convocados para conformar la Sección: el Guardiamarina Médico Veterinario Jorge Víctor Robles, quien tenía un inmejorable trato con los conscriptos y una dedicación plena hacia los perros y el Suboficial Ernesto Franco (Encargado de la Agrupación), un hombre de palabras justas, tranquilo y de buena conducción. Ninguno de los dos dudó en formar parte de la Sección y de inmediato analizaron los perros que llevarían, eligiendo los mejores 18, como asimismo a los mejores 21 conscriptos de la Agrupación, 18 guías y tres como reserva/ ayudantes de veterinaria. La tarea fue fácil, los perros elegidos tenían como guías a los mejores conscriptos

El tiempo apremiaba. El estímulo de ser parte de ese acontecimiento los hizo cumplir con un cronograma muy ajustado y variado. Había que entregar a la Sección equipo de zona sur empleado por la Infantería de Marina y de todo el material necesario para llevar sus elementos militares y personales. Cierto equipamiento era nuevo para la Sección, como ser, las mochilas, la carpa y la caramañola de campaña.
Se cumplió con el plazo de alistamiento y el 8 de abril se embarcó el personal y perros en el ARA Bahía Buen Suceso que partió a las Islas el 9 de Abril. Los perros fueron alojados en la bodega junto a abastecimientos multiclases. Mientras el buque surcaba las aguas del océano, los guías y perros sufrieron las consecuencias de la navegación. No obstante, se realizaron turnos para suministrar la alimentación a los perros, hacer guardias en el sector asignado y cumplir con los zafarranchos de abandono. El buque arribó a Puerto Argentino el 11 de Abril, era domingo de Pascua.

El Jefe de Sección había viajado previamente en la madrugada del 7 de abril, en un avión Hércules de la Fuerza Aérea. Al arribar a Puerto Argentino, visualiza mucho movimiento en los terrenos aledaños a la pista de aviación. Soldados, logística, aviones, todo se aglutinaba en poco espacio. Se había impartido la orden de defender las Islas frente a la decisión de Gran Bretaña de tomarlas una vez más por la fuerza. Este cambio motivó que llegara mucho personal y logística en poco tiempo a la Isla Soledad.
Cuando el Jefe de Sección se presenta al más antiguo de la Armada, éste desconocía sobre el traslado de la Sección. Hubo comentarios acerca de desmembrar guías y perros a diferentes lugares de Puerto Argentino y zonas aledañas, algunas a kilómetros de la ciudad. Al ver esta posible disgregación, se pidió autorización para quedar agregados a los Servicios para Apoyo de Combate (SPAC) de la Armada, que se estaba instalando en Puerto Argentino, lo cual permitiría mantener la conducción centralizada y sobre todo, mantener el control sobre los perros, a quienes se les debía brindar la comida y los exámenes y medicamentos adecuados.
Los primeros días algunos guías y perros debieron cumplir funciones alejados de la ciudad, pero en poco tiempo la Sección estuvo concentrada, excepto dos perros y un guía que se destacaron al Comando del Batallón Antiaéreo, el cual estaba a unas tres cuadras del alojamiento, y un perro con su guía como seguridad a un galpón con abastecimientos de la Armada cerca del depósito de YPF.
En poco tiempo se estableció una rutina no exenta de peligro, sobre todo a partir del 1° de Mayo cuando ocurre el primer ataque a Puerto Argentino, y en varios casos fuera de su misión original, tales como: brindar seguridad en diversos galpones donde estaba la logística de la Armada,

Aproximadamente el 12 de junio, ordenaron al Jefe de Sección enviar a cinco guías con perros a una determinada posición a retaguardia del BIM 5, a efectos de detectar posibles infiltraciones en una determinada zona. Concretamente se situaron a retaguardia de la altura Sapper Hill donde estaba una fracción de la Compañía Mar de esa Unidad y efectivos del GA Aerotransportado 4 del Ejército Argentino. Los conscriptos y perros destacados fueron: Carlos Del Greco con Ñaro, Raúl Andicochea con Negro, Luis Giuliani con Warner, Carlos Silvas con Xuavia y José Cruz con Vogel. Cuando se impartió la orden de destacarse al frente, ningún conscripto puso objeción o tuvo algún gesto contradictorio. Solo tomaron su mochila, su fusil, su perro y fueron al frente. Ese era el valor, el coraje y la decisión con que estaban imbuidos todos los integrantes de la Sección


La historia de los perros de guerra en Malvin

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A partir del 15 de junio, los integrantes de la Sección estuvieron como prisioneros en el aeropuerto. Rodeados de barro y con frío pero con el suficiente espíritu, se organizaron junto al resto de los integrantes de la Armada, ubicándose en carpas individuales o para más personas. Las actividades solo se limitaron al cuidado de los perros y hacerlos caminar por la zona que estaba permitida la circulación. Por otro lado, es destacable que la mañana del 15, la SPAC de la Armada pudo cargar dos camiones con alimentos, los cuales fueron llevados al aeropuerto. En esa circunstancia, fue requerida la presencia de perros para custodiar la mercadería, aspecto que cumplieron en forma sobresaliente.
Foto: Gentileza
Finalmente, el 20 de junio por la tarde, la Sección en su totalidad salió del aeropuerto hacia Puerto Argentino. Todos sus integrantes fueron embarcados en el ARA Yehuin (que ya estaba tripulado por ingleses) y trasladados al ARA Rompehielos Almirante Irizar, designado como buque-hospital en el conflicto. Subir al buque no fue fácil. Los guías debieron sobrellevar su propio cansancio y subir a cada perro de un buque a otro, entre los cuales había una importante diferencia en altura. Para ello se empleó la escala real de una banda. Meritoria tarea de los conscriptos en asegurar no perder a ningún perro, los cuales tenían el temor habitual de estar en un medio anormal para ellos. Solo la confianza mutua de guías y perros permitió realizar esta esforzada tarea.
El ARA Almirante Irizar puso proa a Ushuaia. La Sección desembarcó en ese puerto el 22 de Junio, permaneciendo a bordo la totalidad de los perros y dos conscriptos designados para su cuidado, Carlos Del Greco y Seferino Cáceres.
Los que desembarcaron fueron en avión a Río Grande, desde donde mediante otro avión, fueron trasladados a la Base Aeronaval Comandante Espora y finalmente llegaron al Batallón Seguridad. La llegada a la Unidad fue muy emocionante y aún está grabada en los recuerdos de sus Veteranos. Al llegar al Batallón, todos los integrantes estaban formados en la plaza de armas; la Sección Perros de Guerra, con la misma ropa embarrada que traían desde hacía varios días, cansados, desanimados, después de soportar varios días como prisioneros de guerra, formaron fuera de la plaza de armas, irguieron sus cuerpos y entraron desfilando. El silencio era absoluto y solo se oía el taco al unísono que clavaban los integrantes de la Sección, quienes además realizaron el mejor desfile que se hubieron imaginado. Bastó que el Comandante ordenara ¨Rompan filas¨, para que todo el Batallón recibiera con aplausos y abrazos a los, en ese momento, Combatientes de Malvinas. Este momento memorable, esperan repetir los Veteranos de la Unidad en algún momento de sus vidas.