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Tras las huellas de la Hesperidina, una bebida porteña de 150 años que aún es codiciada

Tras las huellas de la Hesperidina, una bebida porteña de 150 años que aún es codiciadaEn el Bar Verne Club hacen tragos con Hesperidina, pero les cuesta encontrarla. Foto: Rolando Andrade

Tiene 91 años y está lúcida y fresca. Su familia bromea con que es porque toma Hesperidina. Cada mediodía y cada noche, Inés Bonanata se sienta a la mesa, sirve dos dedos de la bebida en un vaso, lo completa con soda y saborea ese dejo especiado, entre amargo y dulzón. Hace décadas, una compañera de Harrods, el lugar donde trabajaba, le transmitió el ritual. Pero ahora esa ceremonia corre peligro de extinción para esta vecina de Belgrano: el aperitivo está en falta en las góndolas porteñas y sus sobrinos recorren toda la Ciudad para conseguirle una botella.

Primero buscaron en los supermercados del barrio. Después se movieron hasta Núñez y, luego, a Palermo y Chacarita. Terminaron cruzando la Ciudad para aprovisionarse por unas semanas en San Telmo. Y, también, a Barracas, justamente el barrio donde antaño se elaboraba la bebida, en Hornos al 200. Allí, en las oficinas y los sótanos del moderno edificio Sur Central, que ocupa el lugar de la desaparecida planta Bagley, todavía se conservan partes de los toneles que almacenaron el aperitivo

Conseguirle Hesperidina es un desafío. Estamos recorriendo ‘los cien barrios porteños’. Fuimos a Tigre. Unas primas nos consiguieron en Ituzaingó y Castelar. Mi familia nos mandó desde Crespo, Entre Ríos. Tenemos una conocida que saca fotos de los súper en los que queda alguna botella. Las últimas nos las envió una amiga desde Villa La Angostura. Como ves, ya estamos agotando los lugares”, cuenta Verónica D’Angelo, sobrina de Inés

En su composición hay más de 20 hierbas, de Asia, Europa, África y locales. Además, lleva agua de azahar, que debe pasar por un proceso especial en un laboratorio. Y se trabaja con al menos 120 días de antelación. Es el producto más complejo de los más de 100 que preparamos”, explica Alejandro Vidal, jefe de planta de Licores Argentinos.

A esa veintena de hierbas todavía hay que sumarle el corazón de la bebida, la infusión de cáscara de naranja amarga, que es la que le da su sabor característico y es muy distinta a la naranja dulce, que es la que se suele comer o exprimir. “Siempre trabajamos con el mismo proveedor, que es de San Pedro. Él cosecha las naranjas, las pela y el mismo día nos envía las cáscaras a la fábrica, porque eso enseguida empieza a fermentar”, detalla Vidal.